Título: Coraline.
Autora: Neil Gaiman.
Año de publicación: 2002.
Idioma original: inglés.
Año edición leída: 2009.
Editorial: Salamandra Infantil y Juvenil.
Páginas: 160.
Coraline narra la historia de una niña que acaba de mudarse a una nueva casa con sus padres, quienes, en medio de sus ocupaciones, no le prestan mucha atención. Por lo cual, Coraline decide dedicarse a explorar su nuevo entorno. De esa manera conoce a sus vecinos: las señoritas Spink y Forcible, que ya son señoras mayores y retiradas del mundo del teatro, y el señor Bob, el cual entrena ratones en su apartamento. Aunque todo parece tranquilo y monótono, todo cambiará cuando Coraline abre una puerta que hay en la sala de su casa, atraviesa el túnel que encuentra detrás de ella y llega a otra casa, un jardín, una familia y unos vecinos idénticos a los suyos si no fuera porque sus ojos son dos botones.
La historia de Coraline se relaciona estrechamente con los cuentos de hadas, pues en él hay presentes elementos centrales en éstos, como la bruja, el gato negro o animal parlante que ayuda y aconseja, la protagonista que se sale de las reglas y cruza un umbral para ir a la aventura, la ayuda por parte de personas mayores, como es el caso de las señoritas Spink y Forcible, entre otros. Además, la atmósfera terrorífica de la novela e, incluso, algo macabra, brinda ese toque de oscuridad y peligro presente en una buena cantidad de cuentos de hadas. Asimismo, acompañamos a Coraline en su propio viaje del héroe. Paso a paso, podemos reconocer su salida del lugar seguro, la entrada a una realidad otra y familiar al mismo tiempo, el enfrentamiento con la bruja a través del juego y otros aspectos que, ha medida que transcurre la narración, permiten a Coraline aprender cosas nuevas, crecer y convertirse en heroína.
Un aspecto a resaltar de Coraline es la manera en la que se presenta el espacio. La casa, ese lugar que, quizás, puede tender a verse como seguro y cotidiano, se transforma en todo lo contrario cuando Coraline atraviesa la puerta que está en su sala. Gaiman juega con invertir la realidad y nos muestra a la casa como un lugar que encierra peligro, como un espacio distorsionado y una versión, podríamos decir, corrupta de lo que un principio es la casa “original” de Coraline. Además, esa casa encierra un mundo dentro de otro, una casa dentro de otra, como realidades paralelas o como un objeto y su reflejo. La casa de la bruja es, de alguna manera, un reflejo invertido de la casa de la protagonista y, como tal, un espacio que se presta para el engaño. ¿Qué es lo real? o ¿qué preferimos: el objeto o su reflejo? y ¿en cuál de los dos preferimos vivir? Son preguntas que podemos hacernos con Coraline y que pueden llevarnos a la necesidad de quebrar el espejo para poder ver con claridad. Aunque, sin olvidar que esa otra realidad, otra posibilidad, siempre va a estar allí, más cerca de lo que lo creemos, y nos recuerda que nuestro mundo no es tan estático ni definitivo como, tal vez, nos gustaría pensar.
Te recomendamos leer Coraline para disfrutar de su atmósfera y para embarcarte en un cuento de hadas siniestro. Junto a la protagonista descubrirás que la realidad siempre puede distorsionarse y que los cuentos más fantásticos continúan vigentes y todavía resuenan con nosotros.
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