Título: El fuego verde.
Autora: Verónica Murguía.
Año de edición: 2006.
Año de publicación: 1999.
Editorial: Ediciones SM.
Idioma original: español.
Número de páginas: 219.
Brocelandia, un bosque mítico formado principalmente por robles y hayas, es el lugar que no solo vio nacer a Luned, protagonista de “El fuego verde”, sino aquel que también la vio crecer, siendo testigo de sus encuentros con los animales y de su amor por ellos, de sus miedos superados, de su valentía y de su carácter. Fue el primer espectador de sus dibujos, proporcionándole un hogar fuera de casa, en el que, sin temores, sin leyes que seguir, podía ser ella misma. Es, además, habitación de los círculos de hongos rojos: los umbrales a través de los cuales, para su buena fortuna o no, los humanos y animales pueden llegar al reino de las hadas si deciden hacerlo, pero sabiendo que probablemente no podrán volver a su mundo.
Y es allí, en el Bosque, donde ocurre el encuentro entre Luned y Demne, el cuentero que, mediante sus historias, logra hacerla sentir de tal forma que ella no puede optar por otra opción más que dejar a su familia, su aldea y su amado bosque para ir con él a la ciudad y aprender su oficio. Es así como Luned parte a lo desconocido y llega a Corberic, la ciudad natal de Demne, donde aprenderá a leer y escribir y donde dibujará en papel por primera vez.
Sin embargo, este lugar resulta ser completamente diferente a su aldea. Los árboles cambiaron por los muros y el olor a abeto y abedules por el olor a podredumbre, muerte y orines. Este cambio la turba en gran manera, llenándola de un temor que solo menguaba cuando se deleitaba con los relatos de Demne y su padre y cuando sus manos se perdían entre letras e ilustraciones. Pero ni siquiera esto fue suficiente cuando el dolor ocasionado por el destierro de un amigo le hizo tomar la decisión de volver a su hogar, de correr en busca de libertad y de esperanza. Estando en el camino en medio del bosque, Luned es atraída por un elfo que la lleva, a través del umbral, al país de las hadas.
En su libro “El fuego verde”, Verónica Murguía nos lleva a un espacio en el que podemos transitar entre lo fantástico y lo medieval a través de su estilo literario y sus conocimientos medievales. Mediante su narración detallada conocemos creaturas como hadas y elfos y encontramos el bosque, lugar vivo y lleno de vida, como el umbral de lo feérico. A su vez, transitamos a través de lugares citadinos en los que lo medieval se vive desde su arquitectura, sus costumbres y creencias, su gastronomía, su léxico, su vestuario y su literatura, con relatos como el Beowulf o la leyenda artúrica, de forma tan envolvente que el lector puede llegar a experimentar, a través de olores, por ejemplo, lo que sería estar ahí.
En el paso entre lo medieval y lo feérico, el lugar de la palabra escrita y oral se torna esencial, siendo el arma de Luned. No un arma que quita vidas, sino una que las libera y les da origen. Una que logra afectar el mundo de los humanos y el mundo de las hadas. Teniendo en cuenta lo anterior, se torna relevante mencionar la relación existente entre el imaginario medieval y la fantasía. Escenarios, costumbres, dialectos, vestimentas y otros aspectos de la Edad Media posibilitan el camino a la presencia de lo fantástico y, a su vez, lo inspiran.
Si alguna vez has experimentado el poder de la palabra, si has sentido el bosque como un lugar especial y abierto a posibilidades maravillosas, si te interesa la edad media y quieres estar inmerso en esa época, y si, además, quieres leer una excelente obra de fantasía escrita en Latinoamérica, te invitamos a leer “El fuego verde”.
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